lunes, 1 de diciembre de 2014

Los catalanes silenciados ¿Cuánto durará este juego de argucias, infundios, fingimientos, invenciones y disimulos? JOSÉ MARÍA CARRASCAL

LA OPINIÓN DE José María Carrascal

Los catalanes silenciados

¿Cuánto durará este juego de argucias, infundios, fingimientos, invenciones y disimulos?

Día 01/12/2014 - 13.14h
La visita de Rajoy a Cataluña no ha sido el choque de trenes que muchos temían y los amantes de catástrofes deseaban, sino un choque de personalidades. Rajoy ha ido a decir en voz alta y firme que Cataluña es plural, que nadie tiene derecho a arrogarse su entera representación, y menos quien se olvida de dos tercios de los catalanes, con el que está dispuesto a hablar, pero no sobre descuartizar España. Por eso mismo, su Gobierno, que ha salvado a Cataluña de la quiebra, pagando facturas atrasadas, sueldos de funcionarios, pensiones de jubilados, manteniendo abiertos hospitales, escuelas y otros servicios públicos, seguirá ayudándola. Mas lo tiene más sencillo: quiere que se le permita celebrar la consulta soberanista que el 9-N se quedó en mero ensayo. Ni el uno ni el otro van a conseguir lo que desean. Treinta años de adoctrinamiento nacionalista, de «España nos roba», de «somos distintos» (léase superiores), de falseamiento de la historia y caldear los ánimos no se borran en un fin de semana por más cifras que se exhiban. Y Rajoy no puede ni quiere conceder lo que él mismo ha dicho sobrepasa sus poderes. En cuanto a dar a Cataluña algún regalito o regalazo como consuelo, debe andarse con cuidado, pues tiene encima los ojos de los presidentes de las demás comunidades, listos a exigirle lo mismo, con lo que volaría por los aires lo conseguido con el sacrificio de los españoles los tres últimos años. Lo que sí puede es levantar el ánimo de los catalanes silenciados que se sienten también españoles. A eso ha ido. Era hora.
La carta que el astuto Mas se guarda en la manga es que la inquietud se apodere de los círculos políticos y económicos internacionales por la prolongación de este pulso y obliguen a Rajoy a ceder. Me temo que, en esto, el president sea víctima de sus deseos. Desde el 11 de noviembre no he visto ni siquiera una nota en el New York Times sobre el problema catalán. Y ya saben ustedes que lo que no aparece en el NYT no existe internacionalmente hablando. Hay en el mundo otros problemas más importantes, urgentes y peligrosos de que ocuparse.
Lo que no quiere decir que el problema catalán vaya a desaparecer de escena. Seguirá en ella como hasta ahora, sembrando mentiras, trampas, extorsiones y amenazas, como la última que acaba de lanzar el president: como no me den lo que pido, no pagaré la deuda catalana. Me recuerda aquel que intentaba atracar un banco fingiendo que tenía una pistola en el bolsillo. Pues para pagar sus deudas, Mas necesita que el Gobierno español le preste dinero, al habérsele agotado el crédito en los mercados internacionales.
¿Cuánto durará este juego de argucias, infundios, fingimientos, invenciones y disimulos? Pues no sabría decirles. Como la moneda falsa desplaza a la auténtica, los bulos suelen desplazar a las verdades. Y Artur Mas se ha revelado como un experto en la materia.

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