05/12/2014
Europa no se entera
Con las directivas europeas nos pasa como con la Constitución Europea o el Plan Bolonia para la universidad, que nos ponemos al frente de la manifestación, miramos para atrás y estamos nosotros y cuatro más.
Por mucho que nos lo quieran vender, por las razones que sean, Europa nunca se ha enterado muy bien de ‘lo nuestro’, cosa que es preocupante o – lo que es más grave- no se quiere enterar.
Es como si la Leyenda Negra y el paso del Gran Duque de Alba por países que pertenecían a la Corona española, siguieran vigentes en el imaginario de los europeos o de algunos de ellos. Parece que solo servimos para ir de emigrantes, hacerles la paella en verano y para partir jamón.
Naturalmente que las cosas han cambiado para bien y, con los altibajos normales, nos codeamos en los foros del viejo continente, hemos ocupado y seguimos ocupando puestos importantes y despachos grandes en Bruselas y en Estrasburgo y hasta se nos alaba por nuestra trayectoria frente a la crisis.
Pero en cuestiones más graves, léase terrorismo y los recientes acontecimientos que protagonizan significados etarras, las cosas no están tan claras ni son tan positivas.
Una directiva europea no es más que eso, tiene una fuerza relativa y obliga más bien poco. En esto de las directivas europeas nos pasa como con lo de la Constitución Europea o como con el Plan Bolonia para la enseñanza universitaria, nos ponemos al frente de la manifestación, miramos para atrás y en la marcha y tras la pancarta, vamos nosotros y cuatro más.
Al menos, no todos, pero sí algunos jueces se han apresurado a cumplir la directiva europea y, como consecuencia, a estas horas hay etarras, condenados a penas importantes, en la calle, porque habían cumplido en Francia, años de prisión por delitos cometidos allí, años que se les computan aquí a efectos del cumplimiento.
Como diría en alguna de sus películas Alfredo Landa, ya somos europeos.
El problema no es que Europa no se entere. Es que nosotros tampoco
Es como si la Leyenda Negra y el paso del Gran Duque de Alba por países que pertenecían a la Corona española, siguieran vigentes en el imaginario de los europeos o de algunos de ellos. Parece que solo servimos para ir de emigrantes, hacerles la paella en verano y para partir jamón.
Naturalmente que las cosas han cambiado para bien y, con los altibajos normales, nos codeamos en los foros del viejo continente, hemos ocupado y seguimos ocupando puestos importantes y despachos grandes en Bruselas y en Estrasburgo y hasta se nos alaba por nuestra trayectoria frente a la crisis.
Pero en cuestiones más graves, léase terrorismo y los recientes acontecimientos que protagonizan significados etarras, las cosas no están tan claras ni son tan positivas.
Una directiva europea no es más que eso, tiene una fuerza relativa y obliga más bien poco. En esto de las directivas europeas nos pasa como con lo de la Constitución Europea o como con el Plan Bolonia para la enseñanza universitaria, nos ponemos al frente de la manifestación, miramos para atrás y en la marcha y tras la pancarta, vamos nosotros y cuatro más.
Al menos, no todos, pero sí algunos jueces se han apresurado a cumplir la directiva europea y, como consecuencia, a estas horas hay etarras, condenados a penas importantes, en la calle, porque habían cumplido en Francia, años de prisión por delitos cometidos allí, años que se les computan aquí a efectos del cumplimiento.
Como diría en alguna de sus películas Alfredo Landa, ya somos europeos.
El problema no es que Europa no se entere. Es que nosotros tampoco
No hay comentarios:
Publicar un comentario