A ver cuántos votos nulos

No.
No puede ser tan frágil la memoria. Hace unas semanas, ¡unas semanas!, el presidente Rajoy disolvió un parlamento que tenía 72 escaños ocupados por diputados partidarios de la insurrección. Lo disolvió, sí. Y la Justicia envió a la cárcel al gobierno de la Generalidad en pleno. A la cárcel, exactamente. Y todo eso pasó porque, afortunadamente, la ley democrática es una emanación de la voluntad popular y no de una fracción interesada de la misma. Otra de las concesiones lingüísticas y conceptuales que se han hecho a los separatistas ha sido admitir, con demasiada ligereza, que una cosa es la voluntad popular y otra la ley. Naturalmente que son dos cosas tan distintas como la electricidad y la luz, pero la decisión del Constitucional sobre el Estatuto y la suspensión de la autonomía decretada por el Gobierno son expresiones de la ley de la voluntad popular. Como son asaltos a la ley, pero también a la voluntad popular, la actividad insurreccional del gobierno felizmente destituido.
Hoy los ciudadanos catalanes ejercen, gracias a la ley española, su derecho al voto. Y también, faltaría más, su derecho al voto nulo, que puede que algunos cientos de miles concreten introduciendo papeletas por la Independencia o República en la urna. Es decir, ocurrencias que anularán el voto y cuyo efecto sobre la realidad será, como indica la ley electoral, no válido.
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